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Dotto! Koni-Chan: transmitiendo desde la globalización a la localización en la cultura de masas

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Dos de las series que marcaron mi infancia creciendo entre finales de los años 90 y principios de los 2000 fueron 31 Minutos y Diego & Glot . En ese tiempo no lo habría sobreanalizado tanto, pero hoy por hoy entiendo que lo que me producía fascinación era que se trataba de productos audiovisuales de producción nacional donde podía sentirme genuinamente representado (siendo, por cierto, la representación en los medios una de las principales peleas que se dan hoy en día). Por aquél entonces ponía pocos peros a la hora de consumir los monos de la tele, en todo caso. Pasaron por mi retina de forma indistinguible todo tipo de producciones, sin embargo, había en las anteriormente mencionadas ese algo especial que las hacía más importantes, que me hacía tenerles más cariño, qué se yo, whatever. El tema es que todo lo demás se veía lejano, po'. Hey Arnold , por ejemplo, era una serie más entretenida que la cresta, pero seguía siendo sobre un cabro que vivía en el Bronx, en una casa de

El arte de Yoshihiro Togashi y el regreso del manga de Hunter X Hunter

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 Hace algún tiempo comentaba por acá mismo mi (ya no tan reciente) experiencia viendo la adaptación de 2011 de Hunter x Hunter, así como mi lento pero seguro proyecto leyendo el manga. Cuando escribí la última entrada al respecto me encontraba terminando la saga de Greed Island, mientras escribo estas palabras acabo de terminar el tomo número 23, en pleno desarrollo de la tan alabada saga de las Hormigas Quimera. Una de las cosas que he sacado en limpio de esta odisea lectora es que me gusta mucho más esta historia en su versión de manga que cualquiera de sus dos adaptaciones. Esto debido a que, pienso, hay un elemento del lenguaje visual presente en el arte de Yoshihiro Togashi que ninguna de las adaptaciones ha logrado emular (y me atrevería a decir que probablemente tampoco lo lleguen a lograr algún día). Tampoco le resto mérito a las cosas que ambas adaptaciones hacen bien, que las hacen bien. Cosas como la paleta de colores análoga de la adaptación de 1999 y su decisión de colorea

MiracleMan (1982) de Alan Moore y la increíble historia de los derechos sobre el personaje

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Decir que el mundo del cómic mainstream norteamericano es ingrato con sus mejores autores es ser generosamente permisivo. Las anécdotas de las sucias corporaciones jugándole chueco a quienes convirtieron este humilde entretenimiento en la industria multimillonaria que es hoy por hoy pululan por doquier. Conocido es el caso del contrato que firmó Alan Moore con la DC en 1985 sobre los derechos de WATCHMEN , los cuales, según el acuerdo suscrito, habrían de volver a su poder al cabo de un año después de que la obra dejara de ser impresa. Sin embargo hoy, a ya casi 40 años de dicho convenio legal, Watchmen sigue teniendo reimpresiones prácticamente trimestrales, habiendo generado millones para DC y un amargo perjuicio para su ya amargo autor. Y no es el único caso donde el druida barbón británico se ha topado de lleno con la creativa visión que la industria del entretenimiento tiene sobre materia de propiedad intelectual. Años antes se había visto envuelto en otro entuerto legal a la ba

Silver Surfer #1 (2014) de Dan Slott y Michael Allred.

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Dan Slott es un amigo de la casa. Ya he alabado en otras ocasiones su etapa a cargo de los 4 Fantásticos, la cual es mi favorita, con el perdón de Lee, Kirby, Byrne, Waid y Hickman. Sin embargo, su etapa a cargo de Silver Surfer había pasado muy, muy por debajo de mi radar. Allá por el lejano año 2014 yo era un jóven estudiante, por aquél entonces estaba la ahora extinta tienda Zmart, que se especializaba en videojuegos, cómics, figuras y todo tipo de cachureos corte ñoño. Por años, la tienda vendió comics americanos en su edición original. Y aunque a veces se tardaban, me permitió por mucho tiempo coleccionar las historias más actuales y mantenerme al día con los superhéroes, experiencia que me resultaba fascinante. Por lo mismo, cada semana (aunque probablemente día por medio) iba a la tienda a buscar mis series regulares a las que por aquél entonces, además, podía destinar todo mi a veces escaso dinero; Superman, Green Arrow y Flash. De todos modos, solía revisar el mueble donde est

The Man of Steel #1 (1986) por John Byrne

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¡Arriba en el cielo! ¡Es un pájaro! ¡Es un avión! ¡Es SUPERMAN!  La pasada semana cumplió 66 años el legendario escritor e ilustrador de cómics John Byrne, autor que ha firmado algunas de las más relevantes obras de Marvel y DCCómics de los últimos 40 años y, consecuente a ello, ocupa también un importante lugar en la historia del cómic. Lugar que probablemente ha sido eclipsado por sus contemporáneos (Moore, Morrison, Miller, Gaiman, Milligan y algunos más), cuyos trabajos marcarían hitos tan grandes que no cuestiono por qué es difícil destacar entre ellos. Coincidentemente, el último tiempo he estado visitando y re-visitando algunos de sus trabajos, tales como Fantastic Four, She Hulk y Superman, este último con especial cariño, ya que logré con mucha dedicación (y algo de obsesiva compulsión) juntar cada número publicado por la noventera editorial Perfil de Argentina que, aunque no alcanzara a cubrir la etapa completa del autor canadiense, si lograría publicar una importante fracció

Mi corazón se quedó en Skyrim

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Skyrim es para mí ese juego que, sin importar los años que han pasado, me sigue pareciendo fascinante. Aunque suene como a un lugar común, siempre me sorprende con algo por descubrir pese a las más de 500 horas que ya llevo entre mis partidas de PS3 y Nintendo Switch. Y no puedo hablar de sucesivas revisitas al juego, ya que en todo este tiempo nunca lo he dejado de jugar. Siempre estoy volviendo, buscando cosas nuevas por hacer, resolviendo tramas que no había seguido o volviendo a las favoritas de siempre (Hermandad Oscura, Gremio de ladrones). Piraak hi Dovahzul? La primera vez que jugué Skyrim fue hace unos 5 o 6 años. Había comprado una PS3 de segunda mano y sabía que ese sería uno de mis Must have para dicha consola. ¿Por qué? Curiosamente no había visto gameplays ni nada por el estilo. A mí Skyrim llegó de rebote, por conversaciones entre amigos donde se mencionaba y era recomendado. También de segunda mano conseguiría una copia de la Legendary Edition. Esa noche comencé a jugar

Hunter X Hunter y el mundo imaginario de Yoshihiro Togashi

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Me gusta leer manga. No tanto como los cómics, ciertamente. Pero siempre he tenido una debilidad por conocer el origen de las historias que me cautivaron en la televisión siendo todavía un niño. Y una de las historias que recuerdo con cariño es HunterX Hunter.  La verdad es que su adaptación del 2011 no la vi en su momento, pero sí pude ver la adaptación de 1999 cuando fue transmitida por el canal chilevisión alrededor del año 2003. Se trataba de una serie bastante oscura y con una atmósfera distintiva, por ahí lo que más recuerdo era esta seguidilla de pruebas a las que se sometían los personajes y que sobresalía entre el gran número de series japonesas que llegaron a habitar las pantallas chilenas por esa época. Después confieso que me olvidé de la historia, no seguí leyendo el manga y no fue hasta que mi amigo Silas me insistió en ver el arco de las hormigas quimera (adaptado en la serie del 2011) que decidí reencontrarme con esta historia. Aprovechando que la serie se encontraba di