MiracleMan (1982) de Alan Moore y la increíble historia de los derechos sobre el personaje

Decir que el mundo del cómic mainstream norteamericano es ingrato con sus mejores autores es ser generosamente permisivo. Las anécdotas de las sucias corporaciones jugándole chueco a quienes convirtieron este humilde entretenimiento en la industria multimillonaria que es hoy por hoy pululan por doquier.

Conocido es el caso del contrato que firmó Alan Moore con la DC en 1985 sobre los derechos de WATCHMEN, los cuales, según el acuerdo suscrito, habrían de volver a su poder al cabo de un año después de que la obra dejara de ser impresa. Sin embargo hoy, a ya casi 40 años de dicho convenio legal, Watchmen sigue teniendo reimpresiones prácticamente trimestrales, habiendo generado millones para DC y un amargo perjuicio para su ya amargo autor.

Y no es el único caso donde el druida barbón británico se ha topado de lleno con la creativa visión que la industria del entretenimiento tiene sobre materia de propiedad intelectual. Años antes se había visto envuelto en otro entuerto legal a la base de una de sus obras, en este caso de MarvelMan, personaje británco creado en 1954 por Mick Anglo.


MarvelMan vendría a ser una respuesta británica a la popularidad que por aquella época ostentaba el Capitán Marvel (popularmente conocido como Shazam) ojo atención acá que la cosa se pone entretenida. En 1982, Dez Skinn, fundador de la editorial Quality Communications se hizo, supuestamente, con los derechos para publicar al personaje. En primera instancia, Skinn le habría dicho a Moore que había comprado los derechos del personaje, dando pie a que el autor accediera a escribir las nuevas historias que serían publicadas en Warrior, revista de la editoral antes mencionada. No obstante lo anterior,  más tarde el propio Skinn revelaría a Neil Gaiman (autor que sucedió a Moore escribiendo al personaje) que en realidad no poseía los derechos del personaje y que, en cambio, había llegado a un acuerdo informal con Mike Anglo.

Ahora bien, todavía en 1982. Quality Communications solía pagar a sus autores menos de la tarifa usual por página de cómic que se trabajaba en aquella época. No obstante lo anterior, permitían a sus autores que se quedaran con una partición de los derechos de los personajes que éstos hacían para sus publicaciones, dando lugar así a que recibieran generosas tajadas del botín en caso de que dichas obras llegasen a ser publicadas fuera de Gran Bretaña.

Bajo esta premisa, Skinn, en su creativa forma de interpretar la titularidad de los derechos de autor, repartiría los derechos de MarvelMan (que, recordemos, nunca compró ni poseía de forma alguna) a tres partes en una primera instancia entre la propia editorial, Alan Moore y el dibujante Gary Leach, quien más tarde sería relevado por el dibujante Alan Davis, reestructurando de esta forma la distribución de derechos, quedando así Moore, Leach y Davis cada uno con un 28% de la propiedad total, mientras que el restante 16% recaería sobre Quality Communications.

Skinn había sido anteriormente editor de Marvel UK (filial británica de la editorial Marvel), por lo que había tenido el cuidado de no publicar el nombre del personaje MarvelMan en las portadas de la revista Warrior, anticipando (correctamente) que esto podía traerle problemas con la editorial. PEEERO en 1984 MarvelMan se hizo acreedora de un premio Eagle, razón por la cual el título pasaría a formar parte de la portada de Warrior en los números #5 y #16 de la revista ocasionando, como se había previsto, la reacción de Marvel en forma de cartas que interponían una solicitud para dejar de publicar MarvelMan.

De forma paralela a su trabajo en Warrior, Alan Moore y Alan Davis  también se encontraban trabajando para Marvel UK, publicando con ellos el título de Captain Britain. Sin embargo, a juicio de Moore, los alegatos de Marvel sobre el uso del nombre de MarvelMan carecían de todo fundamento desde la (objetivamente cierta base) de que el personaje y su nombre databan de 1954, siendo ésto anterior a que la editorial misma se llamara así.

Todo esto sumado a otras experiencias negativas del bardo de Northampton desencadenarían, finalmente, que éste decidiera escribir una misiva a Marvel USA, jurando que jamás volvería a trabajar con ellos y, al mismo tiempo, vetando cualquier tipo de reimpresión del material elaborado junto a Alan Davis para Captain Britain, atención acá que será importante un poco más adelante.

 Por su parte, tras la salida de Alan Moore del título, Dez Skinn ofrecería a un (muy jóven) Grant Morrison la oportunidad de continuar escribiendo la serie de MarvelMan, cosa que no pudo ser debido a que Moore, recordemos, "propietario" de parte de los derechos de la obra según el propio Skinn, se negó (En palabras del propio Morrison, por medio de una carta muy amenazante en su contra), dando como resultado que la publicación de MarvelMan se detuviera.

Ya en 1985, la publicación de la revista Warrior concluiría con su número 26. Fue entonces que Skinn, quien estimaría haber perdido un cuantioso monto de dinero con ello, decidiría tratar de vender las obras al mercado norteamericano para el cual por aquél entonces Alan Moore ya se encontraba trabajando. Es en este proceso, por ejemplo, que los derechos de otra de sus obras, V for Vendetta, llegarían a DC, editorial que compra los capítulos originalmente publicados por Warrior y los compila en una serie en el formato comicbook americano, brindando así mismo la posibilidad a Moore de concluir la obra.

Tras ser rechazada por DCComics, quienes concluirían que tener un personaje llamado MarvelMan sólo podía traer más complicaciones al problema que ya tenían con Marvel por el Capitán Marvel, la serie también sería rechazada por la Marvel de Jim Shooter, quien a su vez consideraría contraproducente el tener un personaje llamado Marvel, ya que no buscaban que ninguno de sus personajes, valga la redundancia, cumpliera un rol específico de embajador de la marca.

Ante todo este problema, Moore, originalmente en contra de la posibilidad de cambiarle el nombre al personaje, accedería finalmente a que este fuera rebautizado, ahora sí, como MiracleMan para el mercado norteamericano y vendido en una primera instancia a Pacific Comics, sin embargo esta vez sería el propio Alan Davis quien se opondría a la reimpresión del material, reconociendo más adelante haber hecho esto a modo casi de una venganza personal contra Moore por haber impedido las reimpresiones del Captain Britain anteriormente.

Sea como sea, la negativa de Alan Davis impediría las reimpresiones americanas de Miracleman y más tarde Pacific Comics y las propiedades que esta ostentaba para entonces serían compradas por Eclipse Comics. Alan Davis consideraría que las nuevas ofertas levantadas por Eclipse para la reimpresión americana de MiracleMan no serían suficientes, sin embargo, cansado de tener que tratar con Moore y Skinn, decidiría finalmente ceder su parte de los derechos del personaje a Gary Leach, recordemos, el artista que había trabajado originalmente con Moore en los primeros capítulos de la obra.

Pese a ya no poseer derechos sobre la obra, sí se requeriría el permiso expreso de Davis para la reimpresión del material, permiso que, en palabras del propio Davis, nunca fue dado. Sea como sea, la edición americana de MiracleMan #1 por Eclipse Comics vio la luz hace 39 años, un 16 de julio de 1985. Al igual que la edición americana de V for Vendetta, el material fue compilado, compaginado y coloreado por el artista Ron Courtney para adaptarlo al paladar americano.


¿Recuerdan que mencioné la intención de Dez Skinn para que Grant Morrison continuara escribiendo la serie tras la salida de Moore? Para la edición americana, la etapa de Alan concluiría en el número #16, punto en el que el propio autor elegiría a un sucesor digno, su amigo personal, Neil Gaiman. Acto seguido, Moore le daría a Gaiman sus supuestos derechos sobre el personaje, los cuales, como buen discípulo del brujo anarquista de Northampton, Gaiman se dividiría equitativamente con el artista Mark Buckingham, quien sería el nuevo dibujante de la serie.

La serie continuaría a cargo de este nuevo equipo creativo en Eclipse Comics, no desprovista de problemas, ya que Gaiman y Buckingham habrían declarado acerca de la inconsistencia en los pagos desde la editorial, obligándolos a tomar la medida de no comenzar a trabajar en un capítulo hasta haber sido remunerados por el capítulo anterior. Pese a que esto desencadenaría una irregularidad en las publicaciones, MiracleMan sería un rotundo éxito de ventas y críticas, sin embargo, problemas legales y una contabilidad creativa por parte de la editorial ocasionarían finalmente que Eclipse cerrara en 1994, dejando así un número #25 del MiracleMan de Neil Gaiman inédito.

¡Pero son los alocados años 90! ¿Y quién sino Todd McFarlane encarna de mejor manera una década como esta? McFarlane se había hecho un nombre en la industria durante la segunda mitad de los años 80's dibujando al Increíble Hulk durante parte de la extensa y divertidísima etapa de Peter David, a la cual probablemente dedique una entrada en éste blog algún día. Tras esto, el dibujante tomaría las riendas de Spider-Man, título donde haría gala de todos los excesos visuales de la década de los 90's, convirtiendo los cómics de Marvel en el equivalente comiquero de la escultura helenística. 

La historia de la década de los 90's en los cómics está indivisiblemente marcada por los sucesos y las obras de la década anterior. Los tópicos incorporados al mainstream por gente como Frank Miller y Alan Moore desencadenarían una particular estética, tanto literaria como visual, que marcaría para bien (en obras como Sandman y AnimalMan) y para mal (en todo lo que hizo Todd McFarlane xD) el devenir de la industria.

Lo cierto es que McFarlane visualizaría que su trabajo era (económicamente, al menos) demasiado valioso como para permitir que las grandes compañías lo explotaran dándole a él sólo una parte del último despojo de lo que realmente producía; por ello, no tardaría en convencer a varios de sus colegas en aventurarse a fundar su propia compañía de cómics, la cual encarnaría todo lo que representaba la década de los 90's, nuevamente, para bien o para mal. Me refiero cómo no a Image Comics.

En 1996 McFarlane compraría todo lo relacionado a Eclipse Comics por la suma de 25mil dólares. Entre todo lo adquirido vendrían los másters de impresión de MiracleMan, y Todd por alguna razón llegaría a la conclusión que con ello también los derechos de la obra en cuestión. Quien no pensaría de la misma manera sería Neil Gaiman, quien ya se encontraba litigando contra McFarlane en tribunales por los derechos de un personaje que el primero crearía para las páginas del cómic estrella de Image, Spawn. Cómo no, esto desencadenaría otro juicio entre los autores previamente nombrados.

En 2001, sin que el juicio terminara todavía, McFarlane declararía de forma unilateral el poseer todos los derechos del personaje, mencionando también que éste volvería a ver la luz en uno de los títulos de su editorial. Por su lado, Joe Quesada, editor en jefe de Marvel por aquellos años, declararía que la editorial no presentaría acciones legales contra el uso del nombre MarvelMan, sin embargo lo que si hicieron fue favorecer directamente a Neil Gaiman, facilitando la publicación de la obra Marvel: 1602, trabajo cuyas ganancias irían en directo apoyo de la pelea de Gaiman contra McFarlane por los derechos del personaje. 

Al año siguiente McFarlane cumpliría con su palabra y el personaje aparecería en las páginas de Hellspawn #6. Del mismo modo anunciaría una línea de juguetes relacionados al mismo. Viendo esto, Gaiman volvería a demandarlo esta vez por el uso no autorizado tanto de MiracleMan como de los personajes Angela y Medieval Spawn.

Probablemente lo más increíble de esta historia es que en 2009 la justicia dictaminaría que los derechos del personaje habían permanecido todo este tiempo en poder de su creador original, Mick Anglo, quien en estricto rigor nunca se los había vendido ni cedido legalmente a Dez Skinn en primer lugar. Tan pronto como esta resolución salió por la puerta de la corte, los abogados de Marvel abordarían al buen Mick Anglo, comprando los derechos del personaje en el acto.

Pero la historia  no termina acá, puesto que tras asegurar todos los aspectos legales relacionados al uso del personaje y las obras relacionadas, en 2014 Marvel volvería a publicar el material de Alan Moore (por supuesto, sin permiso de éste siquiera para que usaran su nombre, obligándolos a acreditarlo como "el autor original"). En 2019 anunciarían la llegada de Gaiman y Buckingham para terminar la historia (que, recordemos, había quedado inconclusa tras el colapso de Eclipse) y en 2022, tras 40 años desde su aparición en las páginas de Warrior, conoceríamos su final.


¡KIMOTA!

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