Let's go to Zanarkand


Llevo como un año literal sin escribir en mi querido blog.
Principalmente porque la vida adulta me ha demostrado que el poder adquisitivo asociado a tener un trabajo estable es inversamente proporcional al tiempo de ocio que te queda para disfrutar de él.
Pero bueno, lo que si he hecho en mis escasas horas de esparcimiento ha sido jugar videojuegos, así que hoy vengo a contarles sobre uno de las grandes deudas que quedaban en mi lista: Final Fantasy X.



Una de mis grandes frustaciones como niño fue nunca terminar el Final Fantasy X.

Algo en esa historia sobre un Samsara apocalíptico que incluía un pescado gigante y personajes colorinches me fascinaba y cada cierto rato trataba de sobreponerme a la frustración que me producía y lograba avanzar un poco más. Luego me pegaba en algún jefe o con alguna cosa que no entendía y lo volvía a dejar.

Todo esto en la época que tuve una PS2, allá por el 2008 o 2009.

Creo que en esa época me quedé pegado en la pelea con Yunalesca. Poco antes del final del juego. (ni tan poco, igual como sus 30 hrs). Pero hace algo así como un año, decidí enfrentarla de nuevo, esta vez, habiendo comprado la versión remasterizada para PS3. Y si bien recordaba gran parte de la historia, encontrarme de nuevo en un mundo tan alucinante como Spyra fue una experiencia a la par de nostálgica y genuinamente fascinante.

Me sentí más atrapado aún cuando como a las 20 horas de juego descubrí que podía trasladar mi partida desde la PS3 a la PS Vita y, de ese modo, llevarme la partida cuando quisiera seguir jugando (como si de una Switch se tratase). Tras alrededor de unas 50 horas de juego, me enfrenté a Yunalesca, esta vez, más preparado que antes, con mis personajes sin avances de habilidades imbéciles que se me ocurrían cuando chico (como Tidus con magia negra, por ejemplo). Y Yunalesca... Me volvió a ganar. Una, Dos... Sólo dos veces. La tercera vez llegué a enfrentarme con ella con todas mis invocaciones y personajes preparados para la batalla.

Después de eso, fue complejo enfrentar a Sihn, aquél pescado volador indestructible, la verdad sea dicha, me costó un poco también descubrir cómo vencerlo. Al menos para entonces había encontrado las ruinas Omega y estaba farmeando de lo lindo y mis personajes estaban cada vez más y más fuertes.

Después de todos estos años, cuando por fin logré derrotar a Sihn, emprendí el rumbo hacia el reto final, luchar contra Jecht/Yu Yevon... Una decepción de pelea. No, en serio, de verdad que Yunalesca fue mucho más dura de roer. Años esperando ¿Para esto? Me pareció una falta de respeto.

En fin. Acabas con Yu Yevon y puedes ver el final del juego; tras más de 10 años pude terminar, por fin, Final Fantasy X. Un logro que, por muy decepcionante que resulte, puedo decir que conseguí por mis propios medios y que me enorgullece como jugador.

Ah, por cierto, spoiler alert: Tidus no existe.


Literalmente, no existe.

Al final del camino, después de todo el Suteki da ne y el Let's go to Zanarkand. Tidus no existe. 







 


          




Tidus doesn't exist

We don't Exist.






Post data: Ahora me lo compré para Switch porque soy un masoquista y porque me piace.

Comentarios