Las Crónicas de Atlantis (1991) de Peter David y Esteban Maroto
Aquaman cargó por años con el peso de ser un personaje menospreciado, a la sombra, subestimado y ninguneado por lectores y neófitos. Probablemente una de las razones para esto sea que, pese a los reiterados intentos por reinventarlo, su figura naif a lomo de un hipocampo ha sido la única que ha sabido calar en el inconsciente colectivo.
Y es que vamos, hay versión sobre versión de Aquaman, como si escritor por medio se intentara relanzar al personaje en buscas de limpiar su imagen tras años de risas por hablar con pescaditos.
Una de mis primeras aproximaciones al personaje (y me atrevo a decir que la de muchos) fue con la etapa de Geoff Johns del año 2011, quien pese a abrazar el look clásico (tanto como se podía con el rediseño de Jim Lee) logra convertir a aquaman en un personaje rudo y cool, listo para dar una subacuática tacleada al siglo XXI.
(Acá es donde presumo que tengo en mi poder una página original de esta etapa, del Anual #1 de 2013, obra de Geraldo Borges, página que le compré directamente al autor hace algunos años 😋).
La iniciativa New52 (donde se enmarca la etapa de Johns) duraría alrededor de 5 años. Ya en 2016 sería Dan Abnett quien tomaría las riendas de la serie acuática para una muy buena etapa que pasaría algo desapercibida, probablemente debido a que hubieron varias series buenas durante el periodo DC Rebirth, tales como Superman de Peter Tomasi y Patrick Gleason, Batman de Tom King, Green Arrow de Benjamin Percy y probablemente alguna otra que o no leí o no recuerdo en este momento, y otras series sencillamente malas como Flash de Joshua Williamson.
Sea como sea, la última década ha sabido sonreírle al rey de los mares, el cual además tuvo la suerte de tener una muy competente y popular representación en el cine por parte del querido actor Jason Momoa. Acá mismo en el blog escribí una reseña después de ver la primera película, la cual le debe mucho a la etapa de Geoff Johns.
No obstante, la historia reciente ha sabido ocultar (o quizás ignorar) una gran historia circunscrita en el inicio de la justificadamente amada y odiada década de los 90s. Me refiero a Las Crónicas de Atlantis, de Peter David y Esteban Maroto.
Estoy seguro que ya lo he prometido antes ( me lo he prometido a mí mismo, se que nadie lee este blog), pero algún día dedicaré el tiempo para releer y abordar la titánica tarea de reseñar la etapa de Peter David en Hulk. Digo, es una etapa de alrededor de 12 años y más o menos un centenar de cómics. Toma su tiempo.
Volviendo a Las Crónicas de Atlantis, esta historia pasó, también, desapercibida para mí hasta que salió en la colección Héroes y Villanos de la editorial Salvat. El querido amigo Brian Wallis, que también me recomendó/heredó su colección del Hulk de Peter David, me invitó a leer también este tomo que, reconozco, no me hubiese molestado en mirar siquiera sin haber sido por este factor.
Este libro viene a ser una fábula que sienta las bases fundacionales del lore atlantiano de DC, pero, al mismo tiempo, funciona como una ópera generacional (algo así como Cien años de soledad) y como una larga novela en la tradición del Sword & Sorcery, (como un Game of Thrones).
Estamos en un Atlantis mucho, mucho anterior a Aquaman. Anterior a las grandes civilizaciones de la humanidad, incluso. Un Atlantis que ondula entre sus avances tecnológicos imposibles y la tradición de un credo politeísta, que se encuentra en un conflicto con otros humanoides que poblan la tierra. Acá conocemos a Orin, rey de la antigua Atlantis y a su hermano religioso, Shalako.
Esta primera historia, en términos generales, nos cuenta la historia de cómo y por qué se hundió Atlantis, del mismo modo que nos brinda la explicación de cómo hizo su gente para sobrevivir al fondo oceánico.
En la obra logramos apreciar una dedicación minuciosa en la representación del mundo atlante. El español Esteban Maroto logra plasmar un mundo creíble a través de la cultura, arquitectura, vestuario y escenas que dibuja, cosa que se vuelve aún más sorprendente cuando descubrimos que no manejaba el inglés por lo que los guiones enviados por Peter David le eran traducidos por su hija, dando lugar a una curiosa confusión que terminaría con un meteorito-calavera dibujado.
Al más puro estilo de La Casta de los Metabarones de Alejandro Jodorowsky y Juan Gimenez, cada capítulo de esta historia nos irá presentando la historia de un nuevo personaje en la familia real de Atlantis, mientras que, en paralelo, veremos ascender a un nuevo escriba de las propias Crónicas de Atlantis.
Así seremos testigos de cómo los sucesivos cronistas recogen y cuentan la historia de Atlantis desde diversos puntos de vista, los cuales, extrapolados a la narración del cómic, van moldeando diferentes ritmos a la lectura, cosa que se vuelve fascinante conforme van pasando los capítulos y logramos palpar los cambios que sufren los personajes a nivel cultural, ideológico y emocional.
Probablemente el personaje más desarrollado e importante de esta historia será Cora, hija de Orin. Logré tomarle mucho cariño desde el principio, pero, sin ánimo de arruinar la experiencia del lector, sólo me limitaré a decir eso.
Peter David, probablemente bebiendo de los textos complementarios de Watchmen, decide agregar además ensayos de un supuesto académico que ha tenido acceso a las crónicas de Atlantis, quien recorre la historia y reflexiona los hechos desde un punto de vista historiográfico, lo que además de complementar la lectura, enriquece el ya basto mundo planteado por los autores.
Entiendo que Peter David quería realizar esta historia a lo largo de 12 episodios (nuevamente, reflejando de algún modo Watchmen, que por aquél entonces llevaba publicada pocos años, pero ya se presentaba como un referente). No obstante, desde la editorial consideraron que la serie no sería lo suficientemente rentable como para justificar esa cantidad de números, razón por la que fue recortada a 7, los cuales sin embargo tienen más páginas que un número convencional.
Y, pienso, este es el punto débil de la obra. Tener que resolverla en casi la mitad del espacio originalmente pensado le pasa la cuenta en su tercio final, ya que obliga a los autores a apresurar resoluciones y cerrar historias de forma muy abrupta. Resulta un poco decepcionante, contrastado con la calidad de la primera mitad de la obra.
Pese a esto, Las Crónicas de Atlantis se posiciona felizmente entre las mejores lecturas de mi 2024.
Comentarios
Publicar un comentario